Arquitecto de la Universidad de los Andes. Investigador y museógrafo, ha sido contratista de la Fundación para la Conservación y Restauración del Patrimonio Cultural Colombiano del Banco de la República. En la actualidad ejerce el cargo de Director de la Asociación Pro Rescate de Archivos de Arquitectura, de la cual es miembro fundador.
Si resulta sorprendente que el octogenario edificio del Teatro Faenza se haya mantenido en pie, todavía resulta más sorprendente el que parte de los planos originales de su proyecto arquitectónico y estructural aún se conserven. Gracias a estas fuentes primarias es posible hacer esta aproximación a la historia del inmueble y, en un futuro cercano, formular un proyecto de restauración de impecable rigor que lo convertirá en un nuevo centro cultural, el cual ayudará a consolidar el eje urbano y universitario de la calle 22 entre carreras 7.ª y 3.ª.
Durante la década de los años veinte del pasado siglo, en pleno auge de la denominada arquitectura republicana, surgen en Bogotá los primeros proyectos urbanos para el esparcimiento y diversión de los ciudadanos en bulevares, parques y recintos arquitectónicos tales como salones y teatros destinados a la opereta, la zarzuela, el drama y la comedia, o a las variedades y al cine. Entre estos últimos figuraba el Proyecto de un Teatro para la Calle 22, denominado tentativamente Salón Luz, que se construiría en terrenos de la antigua fábrica de loza y porcelana Faenza, propiedad de la familia de don José María Sáiz y de donde provendría definitivamente su nombre.
El diseño fue encargado al ingeniero J. Ernesto González Concha, quien firmó en abril de 1922 los únicos tres planos que se conservan del anteproyecto y cuyo diseño planteó el acceso del teatro a través de un vestíbulo que comunica con la luneta o platea, el escenario y foso de orquesta en su planta baja, y un foyer o restaurante, galería y palcos escalonados en la planta alta. No obstante, en el diseño se destaca, sobre todo, la característica fachada en forma de herradura con sus curvas sinuosas y sensuales rasgos del atrayente lenguaje decorativo art nouveau, no exento de interés y gracia, que González Concha ya había utilizado en un proyecto anterior de 1919 para el edificio del Círculo de Obreros de Bogotá, cuya fachada era similar.
Este anteproyecto, de 2250 metros cuadrados, fue el que se desarrolló sin mayores cambios en el proyecto arquitectónico aprobado por la Dirección Nacional de Higiene en septiembre de 1922; con todo, se le introdujeron algunas pequeñas modificaciones, como se constata en su planimetría de estudio de fachada, plantas, cortes longitudinales y transversales, detalles constructivos y ornamentales, cerchas, columnas, vigas y cimientos. Algunas de estas planchas aparecen firmadas por J. M. M. (Arquitecto José María Montoya Valenzuela), C. A. T. (probablemente Carlos Arturo Tapia) y Jorge Antonio Muñoz, Ingeniero Civil, Jefe de Construcción del Departamento de Construcción de la antigua Compañía de Cemento Samper. Fundada a comienzos del siglo XX con el propósito de impulsar en nuestro medio este novedoso material, esta empresa, gerenciada por Alberto Samper, se encargó de la construcción del Faenza desde 1922 hasta su inauguración, dos años después, el 3 de abril de 1924.